Luego del llamado del papa Francisco, el país participó de la primera Jornada Mundial de los Pobres, bajo el lema "No amemos de palabra, sino con obras", mediante la Arquidiócesis de Panamá.
En las iglesias se recogió alimentos secos y enlatados para entregar al Banco de Alimentos, según directrices del arzobispo metropolitano, José Domingo Ulloa, y mediante grupos cristianos se dio alimentación a personas de la calle.