El pastor y su hijo
Este artículo es responsabilidad del autor. Cada viernes, Daniel Márquez comparte con usted una nueva enseñanza.
Todos los domingos por la tarde, el pastor y su hijo de 11 años iban al pueblo a repartir semillas de fe con tratados. Un domingo en particular, cuando llegó la hora de ir al pueblo, comenzó a lloviznar. El niño se puso un capote y le dijo a su padre:- OK, papá, estoy listo.-¿Listo para qué hijo?- Papá, es hora de ir a repartir nuestras semillas de fe contratados.-Hijo, está muy frío afuera y esta lloviznando.-Pero papá, la gente se está yendo al infierno aun en los días lluviosos.-Hijo no voy a ir afuera con este tiempo.-Papá ¿puedo ir yo? Por favor.Su padre titubeo por un momento y luego dijo: -Hijo, tú puedes ir, ten cuidado.El niño se fue debajo de la lluvia. Caminó casi todas las calles repartiendo las semillas de fe a las personas que veía.Después de dos horas caminando bajo la lluvia, con frío y su última semilla, se detuvo en una esquina y miró a ver si veía a alguien a quien dársela, pero las calles estaban totalmente desiertas. Entonces caminó hacia la puerta de la casa del frente y tocó el timbre. Tocó varias veces, esperó y nadie salió. Se dio vuelta para irse, pero algo lo detuvo, giró nuevamente hacia la puerta y comenzó a golpearla fuertemente con los nudillos. Esperó, algo lo aguantaba ahí¬ frente a la puerta, tocó nuevamente y esta vez la puerta se abrió suavemente.Salió una señora con mirada muy triste y suavemente le preguntó: -¿Qué puedo hacer por ti hijo?Con unos ojos radiantes y una sonrisa el niño le dijo: -Señora, lo siento si la molesté, pero solo quiero decirle que JESÚS REALMENTE LA AMA y vine para darle mi última semilla con tratado que habla sobre JESÚS Y SU GRAN AMOR. Se la dio y se fue.El siguiente domingo el pastor, al comenzar el servicio, dijo: -¿Alguien tiene un testimonio o algo que quiera compartir?Suavemente, en la fila de atrás, una señora mayor se puso de pie. Cuando comenzó a hablar, una mirada radiante y gloriosa brotaba de sus ojos, -Nadie en esta iglesia me conoce. Nunca había estado aquí¬, inclusive hasta el domingo pasado no era cristiana. Mi esposo murió hace un tiempo dejándome totalmente sola en este mundo. El domingo pasado fue un día particularmente frío y lluvioso, y también lo fue en mi corazón donde llegué al final de la línea; no tenía esperanzas ni ganas de vivir, entonces tomé una silla y una soga que amarré a las vigas del techo, entonces me subí¬ a la silla y puse el otro extremo de la soga alrededor de mi cuello. Parada en la silla, tan sola y con el corazón destrozado estaba a punto de tirarme, cuando de repente escuché el sonido fuerte del timbre de la puerta. Entonces pensé: esperaré un minuto y quien quiera que sea se irá. Esperé y esperé, pero el timbre de la puerta cada vez era más fuerte e insistente, y luego la persona comenzó a golpear la puerta con fuerza. Entonces me pregunte: ¿Quién podrá ser? Nadie toca mi puerta ni viene a verme, solté la soga de mi cuello y fui hasta la puerta, mientras el timbre seguía sonando cada vez más fuerte.Cuando abrí¬ la puerta no podía creer lo que veían mis ojos, frente a mi puerta estaba el más radiante y angelical niño que jamás había visto. Su sonrisa, nunca podría describirla. Las palabras que vinieron de su boca fueron una hermosa semilla que sembrada, hizo que en mi corazón, muerto hace tanto tiempo, volviera a florecer la vida cuando dijo con voz de querubín: Señora, solo vine a decirle que JESUS realmente la ama. Cuando el pequeño ángel desapareció entre el frío y la lluvia, cerré mi puerta y leí¬ cada palabra del tratado. Entonces fui a quitar la silla y la soga. Ya no la necesitaría más. Como ven ahora soy una hija feliz del REY. Hoy vine personalmente a decirle GRACIAS a ese pequeño ángel de Dios que llegó justo a tiempo a rescatar mi vida.
Todos lloraban en la iglesia, y le daban Gloria y honor al REY DE REYES, el Pastor bajó del púlpito hasta la primera banca del frente donde estaba sentado el pequeño ángel. Tomó a su hijo en sus brazos y lloró incontrolablemente.
Probablemente la iglesia no tuvo un momento más glorioso, y probablemente este universo nunca ha tenido un padre más lleno de amor y honor por su hijo. Excepto por uno. Este padre permitió a su hijo venir a un mundo frío y oscuro. El recibió a su hijo con una alegría inexplicable, y todo el cielo le dio gloria y honor al REY DE REYES, sentó su hijo amado a la diestra de su trono y le dio poder sobre todo principado y su nombre es sobre todo nombre, JESÚS.