A Mirna Ruiz le asesinaron a su hijo para robarle el celular. Atraparon al sospechoso, pero por falta de pruebas quedó libre. Llena de ira porque la ley le falló, lo único que quiere es tomar la justicia por sus manos.
Luis Ortiz fue despedido injustamente de su empleo, donde laboró por más de 10 años. A sus 47 años se le ha hecho difícil conseguir trabajo y, mientras él y su familia sufren una crisis económica, su exjefe, quien lo despidió, ha sido ascendido. Luis ansía que llegue el día en que lo vea caer de su pedestal.
Quién, al igual que Mirna y Luis, cuando le han asesinado a un ser querido o lo han agraviado, no ha sentido ese mismo sentimiento de venganza. Como seres humanos, de seguro que todos. Afortunadamente, en la mayoría de los casos eso no se concreta porque lo dejamos en manos de Dios o la ley, si es que lo requiere.
Confiar y esperar en la justicia divina que, según dice el dicho tarda pero llega, es muy difícil para quien ha sido lastimado y ansía la justicia terrenal, sin embargo, los preceptos religiosos indican que es Dios quien juzga, no nosotros.
Todos, tarde o temprano, ya sea en esta vida o en la otra, pagamos por nuestras buenas y malas acciones. Podremos ocultarnos ante los ojos del hombre, pero jamás ante los de Dios. El apóstol Pablo en su carta a los Gálatas 6: 7 dice que lo que sembremos eso es lo que cosecharemos, esa es la justicia de Dios... cada quien recoge lo que sembró.