La CN Tower o Canadian National Tower, también conocida en español como la Torre CN, es una imponente torre de radiodifusión auto portante, la más alta de América. El primer observatorio de esta torre se encuentra a 340 metros de altura y el segundo a 545 metros, con una altura total de 553,3 metros. Desde el año 1975 y hasta el año 2007, fue la torre más alta del mundo, cuando fue superada por el Burj Khalifa. Cuenta con un observatorio ubicado a los 447 metros de altura, siendo este uno de los más altos del mundo. Es considerada como una de las Siete Maravillas del Mundo moderno por parte de la Sociedad Estadounidense de Ingenieros Civiles.
Esta torre se encuentra en el centro de la ciudad canadiense de Toronto, es el principal icono de la ciudad junto con otra gran atracción turística: el Rogers Centre, casa de los Toronto Blue Jays. La torre es la principal postal de la ciudad, atrayendo más de 2 millones de turistas cada año.
Las fotografías y los centros de información dentro de la misma torre ayudan a los visitantes a comprender la magnitud de este proyecto. Para su construcción se hizo necesario remover sesenta y dos toneladas de tierra a una profundidad de quince metros para poder echar los cimientos de este rascacielos, de manera que fueran lo suficientemente fuertes para sostener esta imponente construcción.
Desde 1972 hasta 1974, trabajaron en la torre tres mil obreros. Protegidos con sogas de seguridad, algunos operarios colgaban del exterior de la gigantesca construcción para poner los toques finales. Es digno destacar que ni un solo trabajador sufrió accidentes o murió en la realización de esta construcción.
Actualmente, un veloz ascensor transporta a los visitantes hasta arriba desde donde pueden disfrutar de una asombrosa vista panorámica de la ciudad y los alrededores. Muchos al estar en ese lugar comentan: Valió la pena el costo, el tiempo y el esfuerzo empleados en la construcción de la Torre CN.
Nosotros también necesitamos un sólido fundamento para encarar a diario los embates de la vida. Al orar y dedicar tiempo para estar con nuestro Padre celestial, fortalecemos nuestros cimientos espirituales. Esas pequeñas pero valiosas semillas de fe, van echando sus raíces muy profundas hasta volverse un rizoma fuerte, como la del bambú, y termina por crear nuestra base de sustentación en la vida. Vemos el panorama mucho mejor si nos elevamos al punto de vista de Dios, y no nos sentimos abrumados por las cosas que se presentan a diario en nuestro camino. Cuando sentimos que estamos en el aire, apenas agarrados de la cornisa de ese alto edificio, podemos alentarnos al saber que Él nos sostiene de su mano derecha y que de seguro no nos soltará. Su cimiento es fuerte y seguro, y jamás va a agrietarse o derrumbarse.
Mateo 7:25 Descendió lluvia, y vinieron ríos, y, soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.