Después de una fuerte tormenta, un árbol frondoso y centenario cedió y cayó quedando con las raíces fuera, casi al instante un leñador que andaba cerca en el bosque llegó y comenzó a cortar la madera. Era tan grande aquel árbol que el leñador necesitó de la ayuda de sus compañeros.
Al final se logró obtener la mejor madera del árbol, solo la parte del tronco que tenía las raíces fuera quedo sobrando; el leñador decidió llevarlo a su casa, aunque le pareció que no serviría de mucho. Pasaron varios días y aquel tronco seguía allí tirado, soportando el sol y la lluvia en las afueras de la casa. Un día pasó un hombre cerca de la casa del leñador y vio aquel tronco, se acercó y le preguntó al leñador si podía vendérselo. El leñador miró el tronco por unos segundos antes de contestarle:
- La verdad es que este tronco no me sirve para nada, se lo regalo, puede llevárselo.
El hombre se fue y unos minutos después volvió a aparecer, en esta ocasión con unos amigos y un camión para llevarse el tronco a su casa y agradeció al leñador por el gentil regalo. El hombre era un importante escultor. Al tener aquel rústico tronco en su casa, comenzó a tallarlo y esculpirlo, después de varios días de trabajo constante logró hacer una hermosa obra de arte que al final llegó a venderse a un precio impensable.
Él escultor logró ver más allá de lo que todos podían ver en aquel pedazo de madera supuestamente inservible; vio lo que podía llegar a ser después de transformarlo: una obra perfecta.
Reflexión: En más de alguna ocasión hemos visto como los gobiernos o empresas comienzan a clasificar a las personas según su nivel económico, educativo y social y quizás nos hemos sentido excluidos o que no aplicamos a un nivel importante.
Tenemos que recordar que Dios ha visto en nosotros algo que nadie ha podido ver. Al enviar su hijo a dar su vida por nosotros nos mostró el verdadero valor que tenemos. Valemos la sangre del Hijo de Dios, él pagó en aquella cruz, todo por nosotros y con su gracia nos sigue perfeccionando diariamente hasta hacer su mayor obra de arte en nuestras vidas.
Si quizás has vivido pensando que no vales nada y todos te han excluido, no olvides que Dios ha dado todo por ti y para él tú vales mucho. Él será fiel en perfeccionar su propósito en tu vida.
Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; Filipenses 1:6