Recuérdalo: No hay mejor amigo que el que da la vida por otro
Atila, el rey de los hunos, un tirano que gobernó el mayor imperio europeo de su tiempo, desde el 434 hasta su muerte en453, conocido como “el azote de Dios” era un hombre cruel y despiadado; se dice que condenaba a muerte a todo aquel que lo hiciera enojar.
Cierto día se enojó mucho con un joven llamado Casio. Tanto se enojó que lo condenó a morir. Sabiendo que aquel era el fin de su vida, Casio pidió al tirano que le permitiera ir a despedirse primero de su familia.
- Si te dejo ir, te escaparás - advirtió Atila. Pero Casio llegó a un acuerdo con Atila. Consistía en que un amigo suyo llamado Dionisio se quedaría encarcelado en su lugar, como fianza, y si Casio no llegaba a tiempo, Atila podría quitarle la vida a él.
- Si Casio no vuelve, yo moriré en su lugar - confirmó Dionisio.
Atila aceptó el trato, dándole a Casio un máximo de seis horas para ir a despedirse de los suyos. A Casio le sobraban cuatro horas para poder estar de regreso, así que partió confiado. Atila estaba convencido de que iba a ver morir a Dionisio, el amigo de Casio, y se preguntaba cómo alguien podía estar dispuesto a dar su vida por otro, siendo inocente. Atila fue hasta las mazmorras a burlarse de Dionisio cuando habían pasado ya cinco horas y Casio no había vuelto.
- Quizás mi amigo habrá tenido un accidente - le dijo Dionisio.
De repente, en el último momento, cuando iba a ser ejecutado Dionisio, apareció Casio y abrazó a su amigo. Estaba sin aliento y apestando a sudor. Contó cómo de vuelta, alguien lo había asaltado y matado a su caballo por lo que había tenido que hacer el resto del trayecto corriendo. Asombrado Atila, que no había visto jamás semejante lealtad, los dejó libres a ambos.
Reflexión Cada momento en la vida nos vemos rodeados de diferentes tipos de personas, aquellas que nos ofrecen su amistad a cambio de algo material que les podemos dar, o por el puesto social o económico que tenemos, si somos una persona famosa cuanto más, entre otras cosas, todo va de acuerdo a lo que poseemos y cuando lo perdemos, ellos fácilmente se alejan.
También está ese tipo de personas que nos muestra una amistad sincera, que no les importa lo que podamos ofrecer, ellos siempre estarán aun cuando lo perdamos todo y estarían dispuestos a dar su vida por nosotros, esa es una lealtad que no tiene precio.
Cuando Jesús camino sobre la tierra se encontró con estos tipos de personas, aquellas que lo amaban con sinceridad y lealtad y aquellas que lo amaban por lo que él les daba. Él conocía sus corazones y sabía distinguir entre aquellos que le acompañarían hasta el final y aquellos que le darían muerte. Si por alguna razón tú no encuentras amigos sinceros y leales, toma el primer paso y se amigó de Jesús, él te mostrará la mejor amistad.
Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. —Juan 15:13