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El lugar está un poco abandonado, pero las autoridades deben hacer algo para mejorar el acceso y que así lleguen más personas a El Salado.
A pesar de que el distrito de La Mesa, en la provincia de Veraguas, no tiene cercanía al mar ni a las playas del Pacífico o del Caribe, es posible encontrar en el interior de su territorio fuentes de agua salada, que para los que visitan esta región, constituyen un verdadero atractivo natural.
En la comunidad de Canto del Llano, ubicada a 10 minutos en vehículo del poblado de La Mesa cabecera, se encuentran los pozos de aguas termales, llamados El Salado. Los poblanos dicen que de esta fuente fluyen aguas dulces y saladas a temperaturas cálidas. De una gran laja brotan estos ojos de agua que algunas personas llaman ombligos de mar, por su característico sabor salado.
Para llegar a El Salado hay que caminar unos 15 minutos desde la comunidad de Canto del Llano por un potrero y cruzar a través de un trillo o camino muy áspero para poder encontrarse con esta maravilla que es muy poco visitada, de donde todavía sigue emanando agua como sucedía hace más de 100 años. Aunque el lugar está en medio de la nada, cuenta con señal para teléfonos celulares.
Cuenta el profesor e historiador, oriundo de La Mesa, Jesús Jiménez, que entre los años 1900 y 1930 la gente acampaba en El Salado por varios días en épocas de verano, para colocar fogones y hervir estas aguas de las que producían varias libras de sal cruda, la que utilizaban para cocinar por el resto del año.
La gente llevaba leña y ponían a cocinar el agua en pailas durante horas, hasta producir un quintal de sal cruda por familia que les alcanzaba para cocinar todo el año y darle gusto a las comidas, dice Jiménez.
Con esta práctica los pobladores de aquel entonces se ahorraban los largos viajes hasta Aguadulce, en Coclé, que era donde se conseguía la sal para cocinar o para el consumo del ganado. Incluso los mesanos que tenían ganado llevaban sus hatos hasta donde están estos pozos para que comieran los sedimentos que quedaban a orillas de estas fuentes.
Según el historiador, esta costumbre se perdió cuando llegaron los primeros carros a Santiago y la sal se transportaba hasta cada pueblo para la venta en tiendas y la gente prefirió empezar a comprarla.
En el lugar es posible ver cómo con el paso del tiempo los sedimentos de estas sales se han calcificado de manera impresionante alrededor de una gran roca, tomando un color dorado que llama la atención de los visitantes.
Según los pobladores de Canto del Llano y nuestro guía, el señor Marcos Pineda, las aguas termales de El Salado tienen propiedades medicinales, sobre todo para las dolencias musculares y el reumatismo, porque son aguas cálidas y contienen muchos minerales.
Los lugareños narran que en un tiempo fue muy común que la gente llegara, no solo de La Mesa, sino de muchas otras partes del país a darse baños curativos, pero desconocen por qué razón ya no van tantas personas.