Se ha descrito que hasta el 50% de los niños y adolescentes pueden tener infección por COVID-19 sin presentar síntomas, por lo que el regreso a clases este 2023, e interacción con sus familiares, podría ser un factor para el aumento de contagios, lo que incluso puede convertirse en un ciclo sin fin en la erradicación de esta enfermedad.
Recordemos que la población infantil no está exenta de la infección e inclusive podrían desarrollar complicaciones severas como el síndrome inflamatorio multisistémico, una enfermedad en la que pueden inflamarse el corazón, los pulmones, los riñones, el cerebro, la piel, los ojos o los órganos gastrointestinales. La mayoría de los casos se resuelven con atención médica, pero otros pueden tener desenlaces mortales.
Es importante que tanto en casa como en las aulas se comuniquen las medidas para frenar la trasmisión del virus. Para lograrlo, es de suma importancia que la vacunación pediátrica (a partir de los seis meses) contra el COVID-19 se convierta en una acción prioritaria de la salud pública y que cada país pueda abastecerse.
Aunado a esto en la actualidad existen vacunas seguras y eficaces para los niños que se aplican con éxito en otros países. Un ejemplo de esto es la vacuna pediátrica de Moderna, empresa pionera, y líder en el desarrollo de tecnología de ARNm aprobada y aplicada a poblaciones pediátricas en muchos países del mundo. Mientras que, en América Latina, países como Argentina, Perú, Chile y Paraguay, cuentan con vacunas de Moderna como parte de sus programas de vacunación, tanto en niños como en adultos.
Las vacunas de ARNm se diseñan utilizando la secuencia del virus, no mediante la inserción de una versión debilitada o inactivada del propio virus. Las vacunas de ARNm contienen instrucciones sobre cómo crear una proteína que imita una parte del nuevo virus. Con este plan, las células del cuerpo construyen proteínas y las muestran al sistema inmunitario. Las células inmunes notan que estas son proteínas extrañas y reaccionan para generar una respuesta inmune para protegerse contra el virus.
Según la UNICEF, las vacunas contra la COVID-19 son seguras y se han utilizado para vacunar a miles de millones de personas y aunque estas son una gran ayuda, no debemos olvidar respetar las medidas de higiene para prevenir el contagio: permanecer en casa mientras se está enfermo, taparse la boca y la nariz con el codo doblado o con un pañuelo de papel al toser o estornudar; deshacerse de los pañuelos de papel usados inmediatamente y lavarse las manos con agua y jabón frecuentemente.
De la mano con esto, la Dra. Yamile Sandoval Sánchez, gerente médico de la Unidad de Vacunas de Asofarma indica que se debe motivar al pequeño a que limpie sus espacios, especialmente las superficies que son de alto contacto (barandillas, mesas del comedor, material deportivo, ventanas, juguetes, materiales de enseñanza...), esto para eliminar el virus que pueda estar en esos espacios, además de seguir respetando el lavado de manos y los consejos expuestos anteriormente.