Muchas personas desconocen las implicaciones que conlleva tener un diagnóstico de asma, lo que ha originado que los propios pacientes no reciban la atención adecuada y vivan complicaciones en numerosas ocasiones.
En el mundo, esta patología afecta a más de 339 millones de personas y puede presentarse en cualquier etapa de la vida, debido a factores como predisposición genética, irritantes químicos, contaminación atmosférica, exposición ambiental a sustancias y partículas inhaladas que pueden provocar reacciones alérgicas o irritar las vías respiratorias.
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Dentro de los síntomas más comunes se encuentran la tos por la noche o en la mañana, lo que dificulta el sueño del paciente, sibilancias (silbidos en el pecho) cuando respira, opresión en el pecho y dificultad para respirar.
Cifras a nivel mundial estiman que el 60% de los pacientes tienen un pobre control de su enfermedad y existe una relación entre el sobreuso de inhaladores de rescate conocidos como SABA y la aparición de exacerbaciones graves. “Los pacientes asmáticos se inclinan por buscar alivio rápido de los síntomas con un tratamiento, por lo que, un gran porcentaje prefieren el uso del tratamiento de alivio inmediato (SABA) antes que un tratamiento de mantenimiento que les permita prevenir y controlar el asma, lo que provoca un sobreuso de estos medicamentos.
Es importante aclarar, que, aunque estos inhaladores de rescate alivian rápidamente los síntomas, no desinflaman las vías respiratorias, generando mayor riesgo de exacerbaciones graves del asma y disminuyendo la función pulmonar”, explicó el Dr. Andrés Rojas, Director Médico de AstraZeneca para Centroamérica y Caribe.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), asegura que, la mayoría de las muertes relacionadas con el asma ocurren en países de ingresos bajos y medianos bajos, donde el diagnóstico y el tratamiento inadecuado son un desafío. Un mal control del asma significa crisis y manifestaciones más frecuentes, por lo que el tratamiento debe fortalecerse con un mejor entendimiento de la enfermedad, sumado a la utilización de tratamientos innovadores que permiten controlar la enfermedad, además, de reducir el uso excesivo de medicamentos de rescate.
El fenotipo de la enfermedad varía según el paciente, entre ellos se encuentran el asma leve, moderada y grave, siendo esta última un tipo de asma que es más difícil de controlar, aun cuando se usa de forma correcta el tratamiento y se sigue las indicaciones del médico tratante.
Se estima que, de cada 100 personas con asma, entre el 5 y 10 tienen asma grave, y un 50% de esos pacientes pueden desarrollar asma eosinofílica, lo que significa que un tipo de glóbulo blanco llamado eosinófilo se presenta en mayor cantidad en las vías respiratorias, irritándolas o inflamándolas e incluso dañando los pulmones.
“El asma eosinofílica aumenta significativamente el riesgo de exacerbaciones, y produce una disminución de la función pulmonar,,, generando repetidas visitas a emergencias y hospitalizaciones para los pacientes.
Lo anterior implica, para quienes la padecen, una alta carga física, emocional, social y económica; por lo que es importante conocer la causa de la inflamación de las vías respiratorias, para que el especialista pueda evaluar la enfermedad de manera más personalizada y dirigir el tratamiento hacia la causa de la inflamación en el asma,” mencionó el Dr. Rojas.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), un diagnóstico oportuno, tratamiento adecuado y una buena educación del paciente, se puede lograr un óptimo control de la patología. Para poder realizar la evaluación de fenotipo, es necesario realizar una serie de exámenes de laboratorio y de función pulmonar que le permitan al especialista ofrecer un tratamiento personalizado.
Dentro de estas pruebas, se encuentran un cuadro hemático completo con recuento diferencial de glóbulos blancos (leucocitos) y la revisión de niveles de IgE total en sangre, la cual permite saber si existe la presencia total de anticuerpos del tipo inmunoglobulina E (IgE) en la sangre que sugiera la presencia de enfermedades alérgicas. Ambas pruebas se realizan a través de la extracción de sangre.
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Adicional, se encuentra la espirometría, una prueba que permite medir la función de los pulmones y por último, la medición de la fracción exhalada de óxido nítrico (FeNO), la cual se realiza través de un dispositivo portátil en el que el paciente deberá soplar a través de una boquilla durante algunos segundos.