Pacientes con dermatitis atópica no pueden pasar inadvertidos
En sus formas más severas hay brotes y erupciones cutáneas impredecibles que pueden cubrir gran parte del cuerpo.
La dermatitis atópica (DA), la forma más común de eccema, es una enfermedad crónica, sistémica e inflamatoria de la piel, impulsada en parte por una respuesta excesiva del sistema inmunitario conocida como inflamación tipo.
En sus formas más severas hay brotes y erupciones cutáneas impredecibles que pueden cubrir gran parte del cuerpo, acompañándose con picazón intensa y persistente, resequedad importante, grietas, enrojecimiento, costras y exudación.
Para el doctor Luis Sarmiento, Medical Manager Immunology de Sanofi Genzyme en la región Pacífico & Caribe, cuando la DA no se controla adecuadamente, causa trastornos del sueño, síntomas de ansiedad, depresión y sentimientos de aislamiento, con un importante impacto físico, emocional y psicosocial.
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Los retos que enfrentan los pacientes con DA, abarcan:
Retos físicos para la salud
Control de la enfermedad: Las terapias tópicas y sistémicas para la DA tienen diversos perfiles de riesgo/beneficio, pero con frecuencia la respuesta es variable y los efectos adversos asociados intolerables, lo que dificulta lograr el control adecuado.
Infecciones en la piel: La picazón intensa y el rascado pueden debilitar las diferentes capas de la piel, facilitando la entrada de gérmenes y aumentando el riesgo de infecciones. Este riesgo es mayor en los pacientes con DA moderada a severa.
Comorbilidades atópicas: La mayoría de los pacientes con DA moderada a severa experimentan otras enfermedades alérgicas, tales como asma, rinitis y alergias alimenticias, que son manifestaciones de la misma alteración del sistema de defensa del organismo.
Retos para el bienestar
Perturbaciones del sueño: La picazón y rascado nocturno a menudo conducen a la pérdida del sueño, lo que se traduce en cansancio, afectando el desarrollo de las actividades diarias, incluyendo el rendimiento en el trabajo (adultos) o la escuela (niños).
Interacción social: Los síntomas y lesiones visibles a menudo hacen que las personas se sientan incómodas con su apariencia; esto puede provocar angustia, aislamiento, pérdida de productividad laboral y dificultad para relacionarse.
Efectos que ha tenido la situación de epidemia: algunas de las medidas preventivas ante la llegada de la COVID-19, como el lavado frecuente de manos puede tener efectos no deseados en los pacientes con DA. La frecuencia y el uso de algunos jabones, desinfectantes o geles alcoholados pueden activar el círculo del rascado como respuesta a la picazón lo que empeora los signos y síntomas en la piel provocando más inflamación. Las lesiones de la piel son solo un signo visible de lo que sucede en las capas mucho más profundas de la misma, explicó el Dr. Sarmiento.
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Impacto social
Productividad social: La productividad laboral se ve comprometida significativamente en pacientes con DA, especialmente durante los brotes. Se ve mayormente afectada por el aumento del número de días de incapacidad o enfermedad.
Gastos en salud: El tratamiento de DA, especialmente cuando no se controla adecuadamente, es una carga económica para los pacientes, los cuidadores y los sistemas de salud. Además, a medida que la enfermedad empeora la carga económica también aumenta.
La marcha atópica
La palabra atopia se refiere a una tendencia individual o familiar a desarrollar afecciones alérgicas, también conocidas como atópicas.
Para la mayoría de los pacientes con DA su aparición ocurre durante la niñez, y puede persistir como una enfermedad crónica hasta la adultez; sin embargo, la aparición de DA durante la adultez es posible.
Varios estudios longitudinales han brindado evidencia para afirmar que los pacientes con DA tienen un riesgo mayor de desarrollar otras enfermedades atópicas, incluidos asma o rinitis.