- se fundó el pueblo de Pacora por Antón Mandinga.
- data la parroquia de la Inmaculada Concepción.
- se hizo el primer Carnaval en Pacora.
- años tiene un árbol de tamarindo del pueblo.
En el sector este de la ciudad capital se levanta Pacora, una comunidad de gente amable la cual, a pesar de todo lo malo que se dice de su pueblo, lo ama con todo su corazón.
Una de esas mujeres que se sienten pacoreñas hasta los huesos es la profesora jubilada Sonia de Moreno, de 73 años. Esta ilustre pacoreña ama tanto a su tierra que ha escrito un libro sobre el origen de Pacora.
Según De Moreno, el nombre de Pacora se debe a unas palmas que había en el pueblo que se llamaban pacorá. También a un cacique indígena llamado Pacorá.
La hipótesis del cacique nunca la creyó, porque todos eran morenitos en Pacora, por lo que se inquietó y comenzó a investigar.
Estas investigaciones arrojaron que el creador del pueblo de Pacora fue el negro cimarrón Antón Mandiga, el 30 de mayo de 1582.
Mandinga hizo arreglos de paz con las autoridades de la Corona española ese año y se estableció en Pacora. En dicho convenio se establecía otorgarles herramientas de labranza y un hato de vacas y que poblaran Pacora, y ellos permitirían el tránsito del oro.
La señora de Moreno es una férrea amante de Pacora, tal es su conocimiento, por eso da fe de que las primeras familias después del negro cimarrón Antón Mandinga en llegar a Pacora fueron los De León y los Mejía. En sus inicios, Pacora fue un caserío hecho con guágara (una especie de planta perteneciente a las palmeras) y caña blanca.
Lo más bonito que tiene Pacora, según De Moreno, es la parroquia Inmaculada Concepción, que según una inscripción en una piedra, data de 1791. El edificio de la corregiduría, que de acuerdo con una placa es de 1935, es otra de las bellezas de Pacora.
Pero el lugar más significativo es el río de ese mismo nombre, que ya no tiene la gloria de antaño, pues la extracción de material lo ha dañado. Para los pacoreños, este lugar fue el motor del pueblo, pues años atrás había muchas fincas en sus riberas en las que se producían toda clase de frutas.
Recuerda con nostalgia De Moreno que de Panamá la gente iba los fines de semana a bañarse en el río y a comprar frutas, pero de eso solo quedan los recuerdos.
De este Pacora lleno de historia es del que está enamorada la profesora Sonia de Moreno, pues en este lugar educó a su hijo. Allí trabajó enseñando a los niños de su comunidad, por eso morirá en su amado pueblo, aunque hoy ve con dolor el abandono en que se encuentra Pacora. Además, la gente es fría y no defiende la comunidad que fundó el negro cimarrón Antón Mandinga.