Botes nevera en Bique
El gran deseo de convertirse en diestros pescadores lleva a los niños de La Playita, en este corregimiento de Arraiján, a usar ingeniosamente viejas refrigeradoras como embarcación.
El corregimiento de Bique, circundado por la playa del mismo nombre, es un poblado del distrito de Arraiján, donde viven más de 30 mil personas que derivan la mayor parte de su sustento diario de productos del mar.Sus pescadores nacieron y crecieron arrullados por el mar. De allí que el susurro de las olas, las mareas altas y las bajas, el peculiar olor a lama y las caricias de la brisa cálida de su natal Bique sean los componentes característicos del universo en que moran decenas de personas en este recodo del Pacífico panameño.En ese paraje habitan también los hijos de esos hombres y mujeres de piel curtida por el sol.Son niños y niñas, mozos y señoritas que si bien asisten a la escuela, a la universidad y a fiestas, mantienen viva la costumbre de aferrarse a su ambiente salino, degustando mariscos, con brisa y sol.Y la pesca en bote es el corolario de esa tradición, tanto es así que desde temprana edad se las ingenian para convertirse en avezados pescadores con capacidad de adquirir destrezas. Estas incluyen percatarse de los movimientos de la Luna, la abundancia o escasez de peces o las posibilidades de lluvia. DevociónSon ahijados de la Virgen del Carmen y como tales, cualquiera que sea su edad, retan las inclemencias del tiempo, lloran, sufren y también ríen ante cualquiera de las sorpresas que les tenga reservado el mar.La playa de Bique es escenario frecuente de grandes enseñanzas y aprendizajes, los viejos lobos de mar, los ancianos, parecen no inmutarse cuando los hijos, nietos y bisnietos se echan a la mar solos, como ocurrió con Ramón Hernández, de 9 años.El pequeño Ramón se las ingenió para hacerse su propio e incomparable bote: la cubierta de una refrigeradora vieja que selló con alquitrán, confeccionó los remos con palo de monte, la empujó hacia el mar e hizo realidad su anhelado sueño: navegar en su propio barco.Sus padres, como es obvio colegir, solo le permitieron navegar un rato y cerca de la orilla, pero Ramoncito, el alumno de tercer año, pasó la prueba a bordo de su peculiar bote metálico, recorriendo la playa de Bique, corta por cierto, pero plena en regocijo para este recién bautizado hijo del mar.