- Las madres de más de 50 años son las que más disfrutan de las serenatas
- en Veraguas.
- Hace 20 años o más las serenatas costaban entre 5 y 8 dólares. Hoy día hasta 100 dólares.
Los músicos están listos y lo instrumentos, afinados. Cuando las campanas den las 12 m.n. del 8 de Diciembre, las cuerdas y las voces alegrarán el alma de cientos de madrecitas santiagueñas.
Año tras año, las serenatas siguen siendo uno de los regalos predilectos para las madres en su día. La tradición de llevar serenatas a las madres aún vive entre los santiagueños.
Hoy en la noche se podrá apreciar a decenas de agrupaciones en las diferentes calles de la ciudad y en poblados vecinos esperando la medianoche para empezar a entonar las canciones de amor a las madres.
Rodrigo Cortés, quien junto a sus seis hermanos se ha dedicado por muchos años a llevar serenatas en Veraguas, cuenta que esta tradición se mantiene porque a través de ella las madres se sienten especiales, amadas, queridas y consentidas.
Rodrigo y sus hermanos Orlando, Nelson y Sergio Cortés empezaron a dedicar serenatas desde muy jóvenes, pues desde niños ya ejecutaban la guitarra. En sus inicios lo hacían de manera gratuita para las madres de su comunidad, Cañacillas Abajo en Santiago. El grupo de los hermanos Cortés se hizo popular y luego eran contratados para tocar serenatas y presentarse en diferentes lugares de la provincia y fuera de ella.
Entre los intérpretes de serenatas más destacados que ha tenido esta tierra están aparte de los hermanos Cortés, los violinistas Samuel Ramos y Tito Escudero, el maestro Tito Martínez y su requinto, los guitarristas Edwin Silvera, Vicente y Manuel De Gracia, Jorge Bermúdez, Ítalo Petrochelli, Luis Espino, Papi Franco, Cholo Ábrego y Paul Ureña, entre otros, algunos de ellos ya retirados.
Olmedo Carrasquilla, músico y director del grupo Rico Son del Tambor, destaca que Veraguas siempre se ha caracterizado por tener muy buenos músicos y cantantes. Hubo un tiempo en que en Santiago había más de 40 agrupaciones de músicos, tríos, cuartetos y hasta murgas que llevaban serenatas, cuenta.
Carrasquilla es de la opinión de que las serenatas son un gran regalo porque es una manera que tienen los hijos, nietos y esposos de manifestar amor y cariño a un ser tan especial como la madre. Podrán desaparecer músicos, pero el gusto por una serenata no morirá, expresa.
A su juicio, las madres mayores de 50 años son las que más disfrutan de las serenatas aunque algunas más jóvenes también lo hacen. Las serenatas las hacen sentir queridas y les recuerdan su tiempo de juventud, manifiesta el músico.
Carrasquilla sostiene que las nuevas generaciones de músicos deben conservar esta tradición de llevar serenatas porque es un gesto hermoso y un regalo que recordarán para toda la vida y que incluso las hacen llorar de alegría.