El Cristo Negro de Portobelo: La imagen milagrosa
Todos los 21 de octubre, cientos de personas abarrotan la histórica población de Portobelo para rendirle tributo al Naza.
Historias, mitos, leyendas son elementos que envuelven al Negro, como se le conoce, al Cristo de Portobelo.
Su aparición en la población, se pierde en la historia, que fue por equivocación que llegó a Portobelo. Otros, que naufragó un barco y tiraron una caja con la imagen, que fue rescatada por la población de la época colonial.
Pero una cuarta explicación de su aparición, la narra el historiador colonense Apolonio Acosta, quien señala que la imagen del Cristo Negro fue tallada por negros esclavos en las montañas y no llegó por mar.
Según el historiador Acosta, la imagen fue creada por negros bozales a lo interno de la selva de la zona, donde la adoraban a escondidas de sus amos españoles.
Hasta el 21 de octubre de 1739 estalló una epidemia, indica Acosta, que estaba diezmando a la población, por lo que se tomó la decisión de sacar la imagen de las montañas para pedir para que la enfermedad cesara.
Peticiones al Cristo
Desde entonces, todos los 21 de octubre, cientos de personas abarrotan la histórica población de Portobelo para rendirle tributo al Naza, como también lo conocen.
Unos vienen a pedir un milagro, en su mayoría por enfermedades propias o de seres queridos. Mientras caminan largas distancias para cumplir con sus mandas, que según ellos, el Negro les ha cumplido, como restablecerles la salud.
Esto se evidencia en las joyas de oro que son entregadas en la iglesia San Felipe de Portobelo, con formas de pies, corazón, manos, piernas, entre otras.
Leudovino Sepulveda, de 36 años de edad, camina este año, en agradecimiento al Naza, por una hermana quien estaba grave en el hospital hace unos 6 meses, pero que salió de una operación delicada y está bien.
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Mientras que la señora Nicanora Gutiérrez, de 48 años de edad, se dirige a la iglesia a pedir un milagro para su hijo de 17 años de edad, quien sufre una enfermedad cardíaca, que debe ser atendida prontamente.
A todo esto, los feligreses llegan a venerar al Naza en estas calles estrellas, muchas de ellas de la época colonial española, donde también son abarrotados por pequeños comerciantes de artículos religiosos y de comida.