- Creían que algo no estaba marchando bien con el fallecimiento del padre Guembe.
- Cuentan que después de las 10:00p.m. se corría el riesgo de ver a la mujer sin cabeza.
Viejas leyendas sobre hechos y pasajes de lo que significó la vida del sacerdote español José Félix Guembe para sonaeños, forman parte de los recuerdos que se guardan de un hombre que quería lo mejor para este pueblo veragüense.
Una de las leyendas más conocidas, según algunos lugareños, es que luego de la muerte del sacerdote, salía una luz fuerte detrás de la iglesia San José, y una mujer, que se alumbraba vestida más o menos con una sotana blanca y a veces negra, rondaba por las calles de Soná después de las diez de la noche, comentó Julio César Berguido, un sonaeño de 82 años, quien era aún muy joven cuando el párroco falleció.
Cuenta que después de esa hora nadie salía de su casa, pues se corría el riesgo de ver a la mujer sin cabeza.
Pablo Camarena, otro sonaeño, y de 70 años, sostuvo que sus padres le dijeron que el rumor cada vez era más fuerte, y el pánico se apoderaba muchas veces de los vecinos o habitantes del distrito sonaeño sobre raras apariciones de una mujer.
Lo peor era que se creía que algo no estaba marchando bien con el fallecimiento del religioso, puesto que muchos católicos ya no asistían a la iglesia, recordó durante la conversación.
Había personas que no obedecían las enseñanzas del padre Guembe sobre el amor al prójimo y lo importante que es la palabra de Dios, agregó.
Por su parte, Candelario Pérez, otro lugareño, casi de la misma edad de Camarena, dijo que tiene entendido que muchos hablaban de la silueta que salía a las calles de noche y llegaba hasta cerca del cementerio. Era evidente el miedo, y cantidad de católicos acudían a la iglesia a rezar tal como les enseñó el sacerdote, pero lo hacían por el pánico que sentían.
Una noche, varios hombres, cansados de que no podían salir ni a los alrededores del mercado de Soná, decidieron que enfrentarían a la mujer sin cabeza, según cuenta Candelario.
Con linterna en mano, escapularios, agua bendita y hasta inciensos esperaron, y a las 10:30 de la noche y salió lo que esperaban, fueron pocos los hombres que aguantaron al ver que lo que salía vestido de blanco caminaba. Todos al mismo tiempo alumbraron y descubrieron que se trataba de una conocida dama, de la cual se omite su nombre por respeto, y quien les confesó que hacía eso para seguir al esposo que aparentemente tenía otro frente, según dice este sonaeño.