- En los años 50 y 60 abrían el tronco de madera usaban brasa caliente y soplaban 24 horas.
La alegría de un tamborito santeño contagia no solo a su gente, sino a todo aquel que se sienta verdaderamente panameño.
La caja y el tambor son los instrumentos principales, anexados a la voz de una buena cantalante y un coro acoplado.
Sin embargo, la confección del tambor es uno de los temas que preocupa a los pocos artesanos que hay en Los Santos, ya que los jóvenes no se interesan por aprender esta tradición.
Diomedes Herrera, artesano del tambor en Santo Domingo de Las Tablas, manifiesta que en su comunidad solo está él y que es necesario que otros aprendan, porque la demanda por estos productos aumentó en los últimos 10 años.
El sonido de un tambor varía de acuerdo con la madera que se utiliza; por ejemplo, el de cedro cambia comparado con uno de tronco de palma, los sonidos son diferentes, según Herrera.
Sin embargo, para la confección es mejor la madera de palma, porque es más suave para sacar, comparada con la madera que se saca del cedro.
Otro aspecto que preocupa a los artesanos es el cuero, ya que el de venado está en extinción y han tenido que reemplazarlo por el de vientre de ternero.
Este cuero tampoco es fácil de conseguir, además de que no tiene la misma calidad, pues se rompe en menos tiempo que el de venado.
Una ventaja que han tenido los artesanos en esta época es que cuentan con mejores herramientas para confeccionar los tambores.
Cabe señalar que la mayoría de los tambores se hacen por encargo y muy difícilmente se encuentran en puestos de venta.
A pesar de los altos costos de los materiales, artesanos como Diomedes luchan porque se mantenga esta tradición en la región santeña.