Lo anuncié en Twitter y se cumplió. Como ya es sabido, pantalla 13 este año no contó con el show de Esa Caballera Blanca, espacio donde se le rinde homenaje a un grupo de madres que han tenido, con mucho esfuerzo, que sacar a sus hijos y familia adelante. Madres ejemplares.
Que este show no se haya producido -como siempre se ha hecho- nos debería escandalizar porque estamos ante uno de los proyectos más antiguos de la televisión local y, si no lo sabe, ante una propuesta de formato único en América Latina. Es un proyecto que es parte de la historia de la televisión panameña y solo por eso ya es un escándalo que no haya ido al aire.
También nos debería escandalizar porque la presencia de él en la parrilla prime time decembrina de RPC/Telemetro es una tradición. No hay hoy día un solo show que represente más el Día de las Madres en toda la televisión local que Esa Cabellera Blanca.
Para los que sintonizamos canales locales, verlo es un ejercicio de tradición de consumo de televisión.
Pero peor aún, nos debería escandalizar su ausencia porque lo que esto nos dice es que los patrocinadores, las agencias de publicidad, los clientes directos, prefieren pautar en un show asqueroso de pleque-pleque, vulgaridades, bochinches, desnudos o pereques que en una propuesta de tradición sana.
Esto es terrible que pase porque, más allá de si usted simpatiza con la Sra. Mayín Correa o con sus luchas político-partidistas -que por cierto, yo no apoyo ni un poquito-, ella en ese show solo es el instrumento para homenajear a un grupo de madres panameñas que en su mayoría representan valores familiares que se están perdiendo, como el amor a la familia, unidad familiar, respeto a los adultos y un montón de enseñanzas en un solo show.
Esta ausencia es relevante en la televisión porque aunque la gente de Telemetro trató, con un especial casi homenaje a la Sra. Mayín Correa, de que no se notara la ausencia en pantalla del concepto y formato original, sí se sintió. ¡Y mucho! Sí se sintió la ausencia de las abuelitas en el show, sí se sintió la ausencia de los gritos de la Sra. Mayín Correa, sí sintió la ausencia de la ternura que inspira el show desde hace más de 40 años. Para los efectos, este show es una gala televisiva a las madres y es una lástima que su ausencia sea en tiempos en los que cada vez vemos, leemos o escuchamos más casos de irrespeto y maltrato de hijos, nietos o familiares a los adultos.
Sí, es cierto que la idea de compensar la ausencia del proyecto original con un especial sobre lo que él representa está bien porque además estuvo perfectamente producido. Tuvo ritmo, hilo conductor, correctamente editado y pensado para que a cuadro no fuese aburrido, pero a pesar de ello, sí hubo un hueco, sí hubo un vacío, si hubo un desconecte entre la marca Esa Cabellera Blanca y lo que vimos al aire por más que sus productores trataron de vendernos la idea de que estábamos viendo un súper resumen histórico del show.
Y no, no se confunda ni deje que los seudoexpertos que sobran en Twitterlandia, donde todo el mundo se cree experto en todo, lo engatusen. Que este año no tuviéramos Esa Cabellera Blanca no tiene que ver ni con ser una decisión de Telemetro que no lo quiere más al aire, ni con que la Sra. Mayín Correa esté cansada de hacerlo, ni con que no se cuente con historias de madres ejemplares para el show y mucho menos, pero mucho menos, por rating porque, anualmente, lleva años siendo el show de mayor audiencia.
Aquí hay algo que a usted como audiencia le invito a analizar. Aquí hay algo que sus creadores tienen que analizar. Hay que aprender a traducir, desmenuzar los contenidos de las televisoras. Show por show, franja por franja. Comprender las pautas de los anunciantes. Hagan el ejercicio.
Como crítico de televisión, sentí mucha nostalgia y también molestia porque esto es simple: más porquerías están siendo auspiciadas por esas mismas empresas que se dan golpes de pecho de ser éticas. Esa Cabellera Blanca, Héroes por Panamá, Apóyate en Mí, por mencionar algunos de los proyectos especiales de temporada de las televisoras, deberían ser shows repletos de anunciantes. Debería ser shows donde las agencias mataran por ver a sus clientes. Donde usted que ve televisión les favoreciera con altísimos puntos de rating. Y esto es una lástima que no pase con las buenas propuestas, pero también es una vergüenza para los que hacemos televisión, para los que la sintonizan y para los que pautan en ella porque le estamos dando todo el terreno a la porquería.
Las madres no tuvieron su homenaje televisivo. La Cabellera Blanca no tuvo show. Aquí perdió la televisión.
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