Este 5 de noviembre, la provincia de Colón despertó con un radiante sol, una escena que contrastó con la alerta de tormenta que obligó a las autoridades a suspender los actos protocolares y los esperados desfiles patrios. Cada año, el Presidente de la República visita Colón para compartir con los colonenses en esta importante celebración, una tradición que este año fue frustrada por el temor de un cambio abrupto en el clima.
Para Wilkiria Smith, comerciante de 36 años, la decisión fue acertada desde el punto de vista de seguridad, pero dejó un sabor amargo en sus finanzas: invirtió cerca de 200 dólares en comida para venderla en la ruta del desfile.
Ramón Brown, de 45 años, quien también tenía un puesto listo para el evento, espera que las autoridades municipales tomen responsabilidad y evalúen la posibilidad de reembolsar a los comerciantes afectados.
En tanto, Ruth Maldonado de 38 años de edad opinó que espera que la fiesta de Colón, sea finalmente realizada en la región y no se deje pasar por alto.
Mientras tanto, en el centro de Colón, los comerciantes han comenzado a desmontar sus puestos y las entidades gubernamentales han retirado las tarimas y equipos instalados.