- En el cementerio de Concepción hay inseguridad por la falta de vigilancia policial.
R ezando y meditando cada uno de los misterios del rosario estaba Ana de Laguna, mientras encendía velas y colocaba flores en la tumba de su tía Flora Ossa de Reyna, ayer, Día de los Difuntos, en el cementerio de Concepción, Juan Díaz.
Mientras, vendedores aprovecharon la fecha para comercializar en la entrada de los cementerios sus productos, tales como: flores, agua, comida, servicios de pintura y limpieza, sin embargo, algunos como Ana llevaron sus propias flores para evitar gastos. Por tradición el 2 de noviembre Ana acude a los cementerios en los que están los restos de sus familiares. Ella ya había ido al Jardín de Paz y día a día la encontró en Concepción, luego tenía pensado ir con su esposo y nieto al Parque del Recuerdo, ubicado en Milla 8.
Con la mirada perdida, la dama recordaba a su tía, quien falleció el 31 de marzo de este año, cuando tenía 94 años; era una mujer trabajadora, tranquila y siempre dispuesta a ofrecer un consejo a sus familiares.
Este es un día para recordar a nuestros seres queridos y dejar sus tumbas en buen estado, aunque he visto este año los cementerios más vacíos y no me gustaría que esta hermosa tradición se pierda, destacó De Laguna al retirarse del campo santo.
El cementerio de Concepción no se quedó vacío ayer, personas se iban y otras llegaban, pero Carlos Madrid, de 18 años, lo supo aprovechar, porque logró conseguir un dinero extra por cada ocasión que pintaba y limpiaba. Él se dedica desde hace tres años a pintar y limpiar tumbas.