Miguel Ángel Vargas , de 10 años, murió el pasado lunes en una casa no habitada, situada al lado de la suya, en la Barriada Santeña, en El Espino, corregimiento de Feuillet, en La Chorrera.
Hasta el momento se presume que el hecho puede tratarse de una muerte accidental, mientras jugaba con unos tanques de plásticos sujetados por una soga que le quedó enredada en el cuello, dijo Yanis Vargas, tía del menor.
Secundino Sugasti Pimentel, director médico del Hospital Regional Nicolás A. Solano de La Chorrera, dijo que el niño llegó con signos evidentes de muerte, sin embargo, trataron de reanimarlo, pero nunca se recuperó.
Miguel Ángel cursaba el tercer grado en el centro de educación básica general La Doradilla, en el Espino, y hoy es extrañado por sus compañeros de clase, quienes lo querían mucho por su talentoso despliegue de energía, tanto en los juegos como en la parte académica.
Argelis Ávila de Chang, maestra de inglés de Miguel, describió al pequeño como un sol; era un niño extrovertido, donde llegaba siempre conmocionaba, porque le gustaba cantar, bailar, recitar, saltar, nunca se quedaba quieto, era muy efusivo, cariñoso y muy travieso e inventor.