Con las intensas lluvias de estos días, los ríos crecidos y las quebradas de la comarca Ngäbe-Buglé se han convertido en un verdadero dolor de cabeza y en desafíos mortales para sus habitantes.
En comunidades como Guayabito, Agua de Salud, Virotal, Alto Galera, Llano Salina y Alto Balsa, entre otras, los pobladores amarran troncos con bejucos y pedazos de alambre para improvisar puentes colgantes, arriesgando sus vidas cada vez que necesitan cruzar.
Los más expuestos son los niños, quienes cada mañana, con sus mochilas en la espalda, desafían el rugido del río Cobre y otras quebradas embravecidas para poder llegar a la escuela. No son pocos los casos en que la corriente se ha llevado a menores, convirtiendo el trayecto escolar en una ruta marcada por el dolor y la tragedia.
“Ya se han perdido vidas de niños en estas aguas. Nadie desea que sus hijos mueran de esta manera, pero tampoco se quiere que crezcan sin educación”, lamentó con voz entrecortada Jovita Miranda, vocera comunitaria, quien aseguró que sienten estar olvidados por las autoridades de pasadas administraciones gubernamentales.
Los moradores han enviado cartas a los ministerios de Obras Públicas y Educación solicitando la construcción de puentes seguros, pero, según ellos, la respuesta nunca llega. Mientras tanto, la comunidad sigue tendiendo sus frágiles pasarelas de madera y alambre, sabiendo que un mal paso o una crecida repentina puede arrebatar otra vida.
En la comarca Ngäbe-Buglé, cruzar un río en tiempos de lluvia ya no es un simple trayecto: es un juego constante con la muerte.
Este medio, de manera responsable, se comunicó con el Ministerio de Obras Públicas a nivel nacional y regional, y se está a la espera de una respuesta favorable para los habitantes de estas comunidades de difícil acceso que llevan décadas abandonadas con este problema.