Cuando Maria Alyokhina hizo una entrevista con ABC hace unos días, a través de Telegram y con un móvil sin tarjeta SIM, no se reveló su ubicación por cuestiones de seguridad porque la cofundadora de Pussy Riot, conocida como 'Masha', estaba a punto de culminar su huida de Rusia, donde pesa sobre ella una orden de arresto domiciliario que, en cualquier momento, podía convertirse en un encarcelamiento de 21 días. Pero ya está a salvo, y esta es la historia de su fuga de película.
Tal como ha revelado al 'New York Times', se disfrazó de 'rider' para esquivar a la policía de Moscú que había estado vigilando el apartamento de una amiga donde se hospedaba.
Allí dejó su teléfono como señuelo y para evitar ser rastreada, y un amigo la llevó a la frontera con Bielorrusia, donde pasó una semana hasta que pudo cruzar a Lituania. «Me alegro de haberlo logrado, porque ha sido un beso de despedida impredecible y grande para las autoridades rusas. Todavía no soy completamente consciente de lo que he hecho», dice la disidente. El periódico estadounidense le guarda los pasos hasta su paso por Islandia. Y ABC, por su parte, ha podido saber dónde está exactamente ahora mismo, y también que sigue adelante con sus planes de participar en los tres conciertos que dará con Pussy Riot en España la primera semana de junio, pero esa información no será revelada para no ponerla en peligro. Su amigo Ragnar Kjartansson, un artista de performance islandés que ha colaborado con el grupo The National, ha convencido a las autoridades de un país europeo para que emita un documento de viaje para Alyokhina que le otorga la ciudadanía de la Unión Europea.
Alyokhina lleva más de una década ejerciendo una firme oposición a Vladimir Putin, sobre todo desde la 'performance' que Pussy Riot hicieron en 2012 en una catedral de Moscú. Fue sentenciada a dos años de prisión, declarada culpable de 'vandalismo motivado por el odio religioso', y dos meses después, la enviaron a terminar su sentencia de dos años en un campo de prisioneros para mujeres en Siberia. «Es curioso, porque la cárcel puede ser útil en algunos aspectos», relataba a ABC. «Estar tan sola con una misma te ayuda a conocerte mejor, pero además, estar en la cárcel te permite conocer las entrañas del sistema mejor que ninguna otra cosa. Verlo desde dentro te afianza en tus creencias. Por ejemplo, no sabía hasta qué punto los presos rusos son tratados como esclavos. El trabajo es obligatorio, y hay que cumplir jornadas de doce horas durante seis días a la semana, sin cobrar. Esa es la definición de la esclavitud. Y por supuesto, cuando estás dentro también ves las torturas. Ves como el estado trata de despersonalizar a sus ciudadanos. Las cárceles rusas intentan aplicar el mismo modelo que utiliza Putin para gobernar. En mi caso, lo que me daba fuerzas era que me llegaran noticias de que había gente fuera apoyando nuestra lucha. Sin eso, todo hubiera sido infinitamente más duro. Por eso agradezco tanto a los periodistas que consiguieron divulgar la lucha, aun sabiendo que sus medios tenían las horas contadas».
Sobre su estancia en la prisión siberiana, 'Masha' comentaba a este diario que «en las cárceles de mujeres hay bastante menos violencia que en las de hombres. Y eso también varía mucho en función de la región en la que estés. En la que yo estuve, era más un campo de trabajo que una prisión con sus celdas con barrotes. Como te decía, las cárceles están copiando el modelo de organización del estado, y hasta en eso intentan que dejen de parecer cárceles, cuando en realidad eso es lo que son. Cada vez se tiende más a meter a ochenta o noventa presos dentro de un barracón, más que a dividirlos en celdas pequeñas. Son como fábricas con sus barracones de esclavos. Además, las palizas y las torturas suelen darlas determinados presos que trabajan para el estado, y no tanto los carceleros».
Alyokhina fue liberada en virtud de una ley de amnistía en diciembre de 2013, liberada solo dos meses antes de que terminara su sentencia. Desde entonces, ha viajado y actuado internacionalmente. También fundó MediaZona, un medio de comunicación que ejerce vigilancia sobre las actuaciones de los tribunales y las fuerzas del orden rusos.
'Masha' siempre se había comprometido a permanecer en Rusia a pesar de la vigilancia y la presión de las autoridades, pero ahora se ha sumado a las decenas de miles de rusos que han huido desde la invasión de Ucrania. «Son cuatro millones los que han abandonado el país», aseguraba a ABC. Su libro de memorias, 'Riot Days', se ha convertido en un espectáculo que sólo ha podido ser representado en tres salas rusas que han sufrido las consecuencias, y que los días 1, 2 y 4 de junio podrá verse en Barcelona, Zaragoza y Madrid.