Al reguesero panameño Robinho nadie le mete cuentos. El artista vivió la experiencia de meterse en diversos ghettos y darse cuenta de que hay buenas personas, trabajadoras y personas que se pueden rescatar.
Sabe perfectamente que en el ghetto hay "cosas" malas, violencia, pero hay "cosas" buenas también: "En los noticieros te muestran diariamente el resultado de todo lo malo del ghetto y es verdad, en el ghetto hay muchas cosas negativas, pero también hay personas que son todo lo contrario y personas que aún se pueden rescatar", explicó.
Robinho conoció a Art Clan, un joven tatuador que- a raíz de la llegada de la pandemia- ha tenido que vérsela a gatas con el tema del trabajo. "Con él confirmo que es mejor educar a los niños para no tener que castigarlos cuando sean adultos. Me metí a varios ghettos a los que le llamamos "shattalandia", tierra de "shattas"", explicó.