Pobres, pero aseados. Ser pobre no es sinónimo de cochino y esto lo tienen bien claro las seis familias que viven en el caserón 1742, ubicado en El Chorrillo, cerca al Parque de los Aburridos.
A pesar de que el cielorraso de la casona está lleno de huecos y el techo está en tan malas condiciones, el inmueble está impecable.
Todas las mañanas un miembro de cada familia con escoba en mano barre el patio común de la vecindad, recogen la basura y la depositan en el tinaco.