Un niño meditando en su oración concluyó: Señor, esta noche te pido algo especial: conviérteme en un televisor, porque quisiera ocupar su lugar.
Quisiera vivir lo que vive la tele de mi casa. Es decir, tener un cuarto especial para mí, reunir a todos los miembros de la familia a mi alrededor.
Ser tomado en serio cuando hablo y convertirme en el centro de atención. Al que todos quieren escuchar sin interrumpir ni cuestionarle.
Quisiera sentir el cuidado especial que recibe la tele cuando algo no funciona.





