Fue el único papa que se disculpó en Irlanda por los abusos crónicos de curas pederastas.
Sin duda, esto no fue del agrado de sus fieles, que esperaban un papel más veligerante de su santidad.
El analista Bernardo Barranco, presidente del Centro de Estudios para las Religiones, manifestó que "quiso castigar, pero también tenía una cuota de responsabilidad en los encubrimientos: él conocía de los casos cuando era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe".