El nombre que me dio mi padre es Walimai, que en la lengua de nuestros hermanos del norte quiere decir viento.
Puedo contártelo, porque ahora eres como mi propia hija y tienes mi permiso para llamarme así, aunque solo cuando estemos en familia.
Se debe tener mucho cuidado con los nombres de las personas y de los seres vivos, porque al pronunciarlos se toca su corazón y entramos dentro de su fuerza vital.