Panameños se encontraban felices y admirados al ver por primera vez a James Vujicic un hombre cuya carencia de brazos y piernas en vez de intimidarlo como a otros lo ha hecho más grande.
En medio de chistes, Vujicic animaba a los presentes y a la vez enviaba mensajes motivadores. La palabra de Dios estuvo latente en todas las anécdotas contadas.
Pese a que el lugar tenía algunos sitios vacíos, en los rostros de las personas se percibía un gran asombro y admiración.





