- La tecnología aún no ha logrado que
Uno de los utensilios que más identifica al hombre del campo, en la faena agrícola panameña, es el motete, y por la gracia de Dios, todavía hay gente que lo confecciona.
En la región de Pedasí solo queda uno de ellos, se trata de Arquímedes Pérez Vergara, quien desde hace 35 años confecciona motetes, hechos con bejuco blanco.
Este bejuco se consigue a orilla de la playa, en los barrancos, y es considerado uno de los materiales más resistentes, porque le puede caer toda el agua que quiera, pero no se deteriora.
Para hacer un motete, Arquímedes explica que se necesitan seis hebras de bejuco blanco para hacer la base o el primer hueco y luego se van añadiendo más tiras de bejuco.
Señala Arquímedes que son dos tejidos hacia arriba y dos hacia abajo y luego a los lados.
En el caso de un motete grande, se utilizan 17 pares de hebras de este bejuco y poco a poco se les van dando la altura.
Cabe destacar que a estos bejucos blancos se les saca el corazón y de cada rama salen unas 5 hebras.
Arquímedes indica que sube a las copas de los árboles y allá mismo saca el corazón y se lleva la hebra para la casa, donde luego se van desprendiendo las hebras.
La agilidad de este pedasieño es muy buena, imagínense que en un día confecciona hasta tres motetes grandes. La técnica para él es chicha de piña, como se dice en buen panameño.
Algunas personas estiman que el motete en esta época, en la que hay tantos adelantos tecnológicos, no lo usan, pero según Arquímedes, esto no es cierto porque la demanda es buena.
Una de las mejores épocas de venta es para la cosecha de maíz, cuando le compran entre 30 y 40 motetes, especiales para recoger maíz.
El motete es algo muy propio del campesino.