En su libro de memorias que acaba de ver la luz, titulado Beyond the Wand: The Magic and Mayhem of Growing Up a Wizard, el actor Tom Felton, que saltó a la fama en su papel de Draco Malfoy en la saga Harry Potter, ha desvelado la cara y la cruz de su vida. Habla no solo de “su cariño secreto” por Emma Watson, su compañera de reparto en la serie basada en las novelas de J. K. Rowling, sino también de los momentos más oscuros que atravesó desde que era muy joven debido a su adicción.
A sus 35 años, el intérprete ha reconocido que empezó a abusar del alcohol cuando tenía veintitantos, tratando así de “escapar” de la situación mental en la que se encontraba. Explicó que este abuso era un “síntoma” de las difíciles cuestiones con las que lidiaba, un problema que le llevó a ingresar en rehabilitación hasta en tres ocasiones.
En aquella etapa su manager, que era también su pareja, organizó una reunión con el artista y sus padres, tratando de convencerle para que buscara ayuda sin éxito.
Fueron sin embargo unas palabras de su abogado las que le llevaron por fin a poner remedio a la situación. “Mi abogado a quien apenas había visto en persona me habló de una manera muy honesta: 'No te conozco muy bien, pero pareces un buen tipo. Solo quiero decirte que esta es la intervención número 17 que hago en mi carrera por este motivo. Once de esas personas están muertas. No seas el número doce'”. Así le convenció para ingresar en un centro en Malibú, del que sin embargo salió apenas 24 horas después.
Su segundo ingreso tampoco salió bien pues fue expulsado debido a que incumplió las reglas. Aunque consiguió estabilizar su vida, años después, una recaída le llevó por tercera vez a una clínica. Esta fue la “decisión más difícil que tuvo que tomar” aunque se alegra de haberse dado cuenta de que tenía un problema y de haber hecho algo al respecto.
Con sinceridad reconoce que tenía cuestiones mucho más complicadas que solucionar y que recurrir a la bebida era su manera de silenciarlas. Ahora ya no le importa decir cuándo se encuentra mal, pues sabe que no es el único que tiene estos sentimientos. “Del mismo modo que todos experimentamos problemas físicos en nuestra vida, también los tenemos mentales. No hay que avergonzarse por ello. No es un signo de debilidad” apunta, reconociendo que espera que su historia inspire a otras personas para normalizar la terapia. "Todos la necesitamos de un modo u otro, así que ¿por qué no es normal hablar de manera sincera acerca de nuestros sentimientos?".