La jamaiquina Shelly-Ann Fraser-Pryce, una pequeña bomba de 1.52 metros de estatura, hija de una velocista, volvió a erigirse ayer en reina del sprint, al ganar la final de los Mundiales en 10.71 segundos, la mejor marca mundial del año.
No importó que saliera algo lenta (174 milésimas). Su espectacular puesta en acción, con pasitos cortos y potentes, la puso en cabeza rápidamente y fue alejándose cada vez más hasta cruzar la raya 22 centésimas antes que la marfileña Murielle Ahoure.





